Siguiendo con la serie de artículos relacionados con la intermediación financiera, hoy hablaremos de otro de los participantes importantes en la industria, como lo son las aseguradoras; entidades con las cuales interactuamos más frecuentemente de lo que podríamos pensar, ya sea porque tenemos un auto al cual estamos obligados a pagar su póliza de seguro, compramos un seguro de viaje para cualquier contratiempo, entre muchos ejemplos más, por lo cual, hoy hablaremos de cómo funciona en la práctica este tipo de negocios, qué utilidad social tienen, qué debemos saber cuándo contratamos un seguro, entre otras cosas.
¿Cómo funcionan las aseguradoras?
Al igual que como funcionan los bancos, el negocio de las aseguradoras reside en recibir un monto con cierta periodicidad (quincenal, mensual, anual, etc), lo que los compromete a responder una obligación en el futuro si es que cierto evento ocurre. Por ejemplo, algo muy común y conocido es que los seguros contratados para los autos sirven para cubrir gastos en caso de un accidente, por lo que la aseguradora tendrá que desembolsar cierta cantidad de dinero para pagarlo.
Dado lo anterior, lo interesante es responder a la pregunta ¿Cuánto dinero debe ‘guardar’ la empresa para hacer frente a esas obligaciones? En términos financieros, nos referimos a la cantidad de dinero disponible para enfrentar obligaciones en el corto plazo como ‘liquidez’, y a esto nos referimos no sólo al dinero, sino también a activos de fácil venta como bonos del banco central, por ejemplo. Pero volviendo al tema, para estimar cuantos activos líquidos requiere una empresa se responde indagando en la probabilidad de ocurrencia del suceso, es decir, dada la información que la compañía tiene de nosotros, que probabilidad le asignan ellos al hecho de tener que incurrir en ese gasto, esto implica que entre más información relevante tenga la aseguradora sobre nosotros, mejor va a poder estimar la probabilidad de ocurrencia del suceso.
Siguiendo con el ejemplo del auto, si la aseguradora sabe datos como el modelo del auto, la marca, los kilómetros recorridos, la edad del conductor, la ciudad en la que vive, los días en promedio que utiliza el auto, etc; la empresa usará estas entradas para estimar cuál es la probabilidad de que esa persona choque. Lo que no solo le dará información de cuánto dinero necesita de liquidez, sino también ayudará a estimar el valor adecuado a cobrarle a esta persona.
¿Cómo estiman los precios? ¿Qué utilidad social tienen?
Ya que sabemos cómo se estiman los montos mínimos requeridos por la aseguradora, es válido preguntarnos cual sería el precio adecuado a pagar por esas pólizas. A una primera mirada podríamos pensar que el monto justo a cobrar sería:
Valor del seguro = Monto asegurado * Probabilidad de ocurrencia + gastos de operación
Sin embargo, esto solo es cierto si estuviéramos en un mercado perfectamente competitivo, cosa que en la realidad no sucede, por lo tanto, el precio dependerá de los factores mencionados anteriormente, pero también de la alta o baja competencia que haya en dicho mercado.
Dado lo anterior y el hecho de que estas entidades podrían obtener amplias ganancias, nos lleva a pensar, si mejor no hacemos ese tipo de negocios con nuestros cercanos y así evitamos de darle una ‘paga extra’ a una entidad financiera. Por ejemplo, le pagamos una cuota a un amigo y él se compromete a responder ante cualquier accidente en nuestro auto. Esto es ineficiente en muchos sentidos, en primer lugar, no sabemos su habilidad para manejar los flujos de dinero e invertirlos correctamente y según las necesidades del acuerdo, en segundo lugar, cada persona individualmente tiene mayores costos de invertir el dinero por el hecho de que los montos son menores y, por ende, las cuotas terminarían siendo más altas, en tercer lugar, hay un riesgo intrínseco en que si, por ejemplo, chocamos en el primer mes de seguro, muy seguramente nuestro amigo no tendrá el dinero (o la motivación) para responder por este daño, y por ultimo pero no menor, son más eficientes por el hecho de tener un gran número de clientes y por ende diversifican el riesgo, en otras palabras, el dinero de los que no chocan pueden cubrir en parte el dinero de los que si lo hacen y dejar espacio para invertir excedentes.
Con lo anterior no queremos decir que las aseguradoras sean unas organizaciones sin ánimo de lucro, no obstante, lo que queremos resaltar es que si generan cierto nivel de utilidad social que de otro modo no podría ser alcanzado.
¿Qué debemos saber cuándo contratamos un seguro?
Ahora que sabemos cómo funciona, lo importante es saber cuándo podríamos beneficiarnos de los seguros. En primer lugar, es importante saber qué queremos asegurar, y si vale la pena hacerlo, es decir, hay riesgos a los que definitivamente no queremos estar expuestos y es más que necesario estar cubierto, sin embargo, hay otros que quizá no para todos es importante. poniéndolo en ejemplo, un seguro de vida para un padre o una madre de familia con hijos pequeños es totalmente necesario si se quiere pensar en el bienestar de los menores, por otro lado, un seguro contra los días lluviosos en un resort puede ser no tan útil (además de muy costoso). Todo depende, al final, de las prioridades de cada persona.
Por otro lado, es muy importante cerciorarse de que la entidad con la que estamos contratando dicho seguro este avalada y vigilada por los entes regulatorios del país para evitar riesgos de no pago o de incumplimientos de la ley. A su vez, es importante comparar las diversas alternativas que nos ofrece el mercado y leer detalladamente la letra menuda, con el fin de que los eventos que queramos asegurar estén claramente especificados en los detalles del contrato.
En conclusión, el rol que cumplen las aseguradoras en la sociedad es importante, pues dada la naturaleza del ser humano a querer evitar ciertos riesgos, estas entidades permiten tener una menor exposición a altos shocks de gastos en algún momento de nuestra vida, solo debemos de verificar que todos los seguros que contratemos sean acordes a nuestras necesidades y cubran los riesgos que queremos evitar.